Julián López desgranó la evolución social de las fiestas septembrinas y analizó el fenómeno de las peñas

El pregonero, Julián López, durante su intervención. Almodóvar del Campo inició en la noche de ayer sus Feria y Fiestas 2008, con los protocolarios actos que contaron con la asistencia de los ediles de la Corporación, las nuevas Reinas y Damas, el correspondiente pregonero y autoridades de diversos ámbitos de actuación política, entre ellos el delegado provincial de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, José Fuentes Pastrana.

Todos ellos fueron saludados por el alcalde, Vicente de Gregorio, quien deseó a todos los presentes, a vecinos y a visitantes que, en estas celebraciones septembrinas “impere la fraternidad, la hospitalidad y la solidaridad, santo y seña que siempre ha sido patrimonio de esta nuestra tierra milenaria”.

Sobre estas virtudes, precisamente, había profundizado previamente como pregonero el catedrático almodovareño Julián López, que desarrolla su labor académica en el departamento de Antropología de la Universidad de Córdoba y ha realizado diversas investigaciones sobre el comportamiento y costumbres humanas en diversos ámbitos de la sociedad y países.

Su brillante y emotiva intervención tuvo dos partes fundamentales y diferenciadas. Si en la primera hizo una exposición en torno a qué son las fiestas, con ejemplo de la evolución histórica en Almodóvar del Campo, en la posterior se adentró en el fenómeno peñero, analizando pros y contras y proponiendo alternativas para posibilitar una mayor presencia de estos grupos de personas en el espacio de celebración común al resto de vecinos.

Tras afirmar que “si las fiestas de un pueblo funcionan podemos decir que el pueblo funciona” y, por ende lo contrario en todos los términos, Julián López habló al peso de la costumbre de invitar entre amigos en los ciclos festivos o a pasos vitales tan habituales en dichos periodos como son el hacerse novio.

En un tono igual de costumbrista explicó situaciones como el hecho de “hacer la vista gorda” para que los menos pudientes pudieran, antaño, “colarse” en espectáculos de toros, teatro o cine porque, como indicó el pregonero, antes era muy habitual la diferenciación clasista, hasta el punto de que había bailes o cafeterías para adinerados o para los que no tenían mucha fortuna; incluso a la hora de ver los toros en la plaza, unos podían pagar licencia para llevar su carro y otros se tenían que conformar con lo que dejaban entrever las rendijas de los carruajes.

las Reinas y Damas, tras el canto de la Salve a la patrona. También destacó López la evolución de la presencia de la mujer en los actos festivos, pues antes su asistencia a determinados acontecimientos hacía que el sector masculino de la población pusiese en duda la moralidad de sus vecinas.

Un gran paso para superar estas rancias lastras fueron las peñas que, en palabras del pregonero, “han hecho visible la integración de chicos y chicas y de familias pudientes y casi pobres”, añadiendo que no hay en Almodóvar del Campo ninguna peña a la que se pueda considerar elitista. La libertad, la generosidad en la invitación, la tolerancia y el espíritu aventurero son, además, otras virtudes de estos grupos humanos.

Pero si el movimiento peñero se origina a finales de los 70 con ‘El Melón’, ‘La Hormigonera’, ‘Los Formales’, ‘El Botellón’ y otras hechas sobre la base del grupos de amigos, la gran eclosión que se vivirá desde 1990 traerá consigo el sentimiento de quinta o, por ser más claro, siguiendo un protocolo de edad. Este hecho, explicó el pregonero, implica hoy en día a unos 1.500 jóvenes almodovareños de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, cuyos integrantes pasan la mayoría del tiempo de fiestas “entre las cuatro paredes”.

Para Julián López, la razón es sencilla y lógica: casi todo el dinero de que disponen para las fiestas lo invierten en la peña y “deben rentabilizarlo”; conceptos fundamentales de gasto son, en este sentido, el alquiler de la casa por un mes y la bebida y la comida. Y sobre esta base y utilizando una sencilla regla de tres el antropólogo explicó que si cada joven emplea unos 175 euros en todo ello, el movimiento peñero hace que se muevan en apenas unos días la friolera de 265.000 euros, lo que supone 44 millones de pesetas. “Eso quiere decir que 44 millones de pesetas que antes se gastaban en la calle, ahora se gastan en la casa local de la peña”, y no queda dinero para dedicarlo a los toros, las atracciones de feria, los chiringuitos o las discotecas de verano.

“Esta anomalía desintegradora consecuencia de la evolución natural del fenómeno de las peñas se convierte en el gran reto a resolver”, dijo el pregonero, añadiendo que es una situación no exclusiva de Almodóvar y que se podría tratar de reconducir a base de descuentos que no supondrían un incremento del gasto público o implicarlas en el diseño de las fiestas del siglo XXI.

El delegado provincial de la Junta, José Fuentes, corta la cinta inaugural junto al alcalde. Las actividades de apertura en el Jardín, que fueron presentadas por la periodista almodovareña Manoli Barragán, se completaron con el nombramiento e imposición de coronas y bandas a las nuevas Reinas y Damas y el baile con las autoridades. Posteriormente hubo canto de la Salve a la patrona, la Virgen del Carmen, cuya Hermandad estrenó la nueva Junta Directiva presidida por Amalio Cachero y, para finalizar, se cortó la cinta inaugural en el Recinto Feria, desde donde se asistió a una vistosa sesión de fuegos artificiales que se prolongó por espacio de diez minutos.