Emotiva cena de despedida a los pequeños saharauis

Asistentes a la cena de despedida El alcalde de Almodóvar del Campo, como máximo representante municipal, entregó en la noche de este sábado 6 de septiembre, un regalo a los pequeños saharauis que este año se han desplazado a la localidad manchega para disfrutar de dos meses de vida junto a las familias acogedoras, cuyo número, nuevamente, se ha visto incrementado respecto al año pasado.

El obsequio, que fue dado en el transcurso de la cena de despedida ofrecida a los 19 saharauis y a las familias con las que han convivido en la víspera de su viaje de regreso al desierto argelino, consistía en una ayuda económica, algo “que habrá que incrementar porque lo importante son ellos y este Ayuntamiento sí que tiene que hacer este esfuerzo para que este grupo tenga más apoyo que nunca ha tenido”, manifestó el primer edil.

Para Francisco Real, responsable de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ‘Daira’ de Almodóvar del Campo, justificaba el acuerdo de ofrecer una cuantía económica porque, sencillamente, “les viene mejor en su lugar de origen”.

Asimismo, De Gregorio transmitió “un mensaje de solidaridad del pueblo de Almodóvar para con estos niños y es menester que el año que viene se vuelva a repetir y, si es posible, les ayudemos más. Ellos viven una vida distinta a la nuestra y es bueno que se incorporen a Europa viviendo como aquí tenemos oportunidad. Almodóvar estará dispuesta, igual que siempre ha estado, a apoyarlos y contribuir a que cada día su vida sea mejor”.

Real realizó un balance totalmente positivo del desarrollo del programa ‘Vacaciones en Paz’ de este año y explicó el por qué del mayor número de niños y niñas desplazados este año a Almodóvar del Campo, indicando que ha habido dos nuevos; el resto, hasta 17, repetían experiencia en estas latitudes. “El año pasado por problemas burocráticos en los campamentos no pudieron venir dos niños y este año, después de mucho reclamar, hemos conseguido que sí vinieran”, explicaba el también coordinador provincial de este programa, quien expuso incluso al ministro saharaui de Juventud “que era una injusticia quitarle la posibilidad de venir”. Al final, las promesas de aquel político se hicieron realidad.

Grupo de niños De entre las actividades en común organizadas por el colectivo cabe destacar el viaje a las Lagunas de Ruidera, en concreto a la denominada ‘Entrelagos’. “Aunque había que pagar tres euros por niños, es una laguna donde se está más tranquilo porque hay socorristas, árboles, merenderos y al final no es tanto el esfuerzo como el de ir a la playa que son seis o siete horas de viaje”, algo que se repetía en veranos precedentes.

Asimismo, se ha vuelto a ir al Parque de Bomberos de Puertollano y su fiesta de la espuma, que se volvería a repetir más adelante en Fontanosas. En esta pedanía almodovareña se producía otro encuentro de hermandad en torno a un partido de fútbol sala con motivo de las fiestas y que se puso en marcha hace tres años gracias al empeño del alcalde pedáneo, Emilio Valente, cuya familia también es acogedora. Y antes de esta última cena, se celebró la fiesta del cumpleaños conjunto en la Piscina Municipal.

En cuanto a la función solidaria, ‘Daira’ ha vuelto a costear este año gafas a algunos de los menores que requerían de ellas, liberando de este gasto a sus padres de adopción estival que, por su parte, ya se preocupan y ocupan de que reciban un óptimo control sanitario.

Para la financiación de estas y otras actividades, los Amigos del Pueblo Saharaui llevan a cabo a lo largo diversas iniciativas, como un festival solidario o la venta de lotería y ahora están ya preparando una carroza para las fiestas patronales. También se recibe una modesta contribución municipal “y con todo ello y con los pies en el suelo vamos haciendo cosas; poco a poco vamos avanzando pero contamos con las fuentes que contamos”, afirma Real, para quien toda ayuda se hace poca.

Grupo de niñas Especialmente si se tiene en cuenta el proyecto que la asociación almodovareña quiere poner en marcha en los campamentos de refugiados. Se trata de una escuela-taller dirigida a esos niños que entran en una franja de edad por la que ya no estudian, ni tampoco tienen oportunidad de desplazarse a Libia o Cuba donde proseguir su formación académica y al final se ven obligados a quedarse allí en los campamentos. “El objetivo es que además de que puedan aprender un oficio, estén ocupados todo el año”, explica el presidente de ‘Daira’, quien espera apoyos institucionales “aunque soy consciente de que no he de poner en aprietos a nadie”.

En la cena, además del alcalde estuvieron también presentes la concejala de Bienestar Social, Beatriz Calvo, quien se congratuló del incremento en el número de niños este año y la portavoz popular, Juana de la Fuente, también en calidad de madre acogedora. Todos los asistentes, entre invitados, familiares y los pequeños saharuis compartían así un momento un tanto agridulce, por un lado de tristeza ante la inminencia de su marcha tras dos meses de estancia y, por otro lado, alegre “porque se van cargados de ilusiones y están con muchas ganas de ver a sus padres biológicos”, decía Real.